viernes, 18 de julio de 2014

Yó mártir.

Era verano cuando moría, redactando mi vida todo ha sido una película, podría expresarme como si fuera un poema pero ahora quiero narrar lo sucedido porque mi corazón revienta y mi estomago cruje al interior del abismo, por algo mas pequeño que la  misma droga de la sabiduría.

Hablo del amor, amor incondicional, inolvidable, en ocasiones irrecuperable aunque sea mutuo y aunque no lo sea, hay que luchar para vivir pues todo no tiene sentido, si nada se interpone en medio de ti y tu existencia.

Frases largas sin sentido retumban en mi onerosa cabeza, miedo a las sirenas y al color azul, metáforas de un mundo que no entendéis porque estáis en las nubes cobrizas de la felicidad...

os envidio...

yo no estoy así, yo deje de ser yo mismo hace mucho tiempo, solo soy capaz de comer papel y mirar al campo sin sentido y sin mirada, pues ella me abandonaba y yo sopesaba, que ningún sentido yo abarcaba, ¿entendéis oyentes? ¿el desamor herido de un afán desceñido?

Pensaba que había nacido para una persona en particular pero me equivocaba, por eso vientos del pasado, por eso pasado frió que envuelve mi nariz y resquebraja mi mirada.

Solo sufro sin poseer rostro, con lagrimas de ácido que caen en mi tiesa cabeza,

de mi eterna frialdad interna, de no sentir y no hacer calor al comer,

de no poder entusiasmarme con el mundo, de solo llorar para beber agua de mis lagrimas,

si sigo viviendo es porque pintar al oleo es hermoso para ti,

pues tu eres el arte y el poder desgarrador,

desgarro de mi corazón, del suelo de mi mente y alivio de mi alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario